Las entrevistas que, durante años, el autor mantuvo con muchos de los personajes de su historia le permitieron reconstruir y luego contar con viveza muchos momentos de la vida familiar de los Bonnano, de las interioridades de las investigaciones y juicios, y de algunos incidentes violentos. Uno de los focos de la narración viene apuntado por el título: cómo eran las relaciones entre padres e hijos dentro de las familias Bonnano. Por ejemplo, se cuenta cómo los dos niños mayores de Bill, cuando tenían unos diez años, «aceptaban ahora el hecho de que su padre anduviera armado con la misma facilidad con que aceptaban que lo hicieran Hopalong Cassidy y los otros personajes de películas de vaqueros, detectives o soldados que veían a diario en televisión».
Otro de los focos apunta en una dirección inesperada: «si se comparaban con algunas de las publicitadas atrocidades cometidas por las tropas aliadas contra la población civil en el sudeste de Asia, o con las intrigas de la CIA, o las tácticas de los Boinas Verdes (quienes, en 1969, se deshicieron de un espía desleal amarrándolo con cadenas y llantas de neumáticos y arrojándolo a un río), las hazañas de la Mafia apenas parecían justificar la elaborada cobertura informativa que recibían. Cobertura que no recibirían de no ser por el factor mitológico» y, también, parece que desea decir Talese, por el interés del gobierno y de muchos en hacer que todos miren hacia otro lado. De hecho, los crímenes e ilegalidades de la policía para perseguir y llegar a condenar a Bill Bonnano se presentan como flagrantes.
Otra de las facetas que le interesa mostrar al autor es la gran diferencia que hay entre la percepción de la gente y la realidad de las vidas de tantos mafiosos. En un enorme párrafo con sólo un punto lo dice del siguiente modo:
«Cuando el ciudadano norteamericano común pensaba en la Mafia, por lo general se imaginaba escenas llenas de acción y violencia, de dramáticas intrigas y confabulaciones que valían millones de dólares, de limusinas negras e inmensas cuyas ruedas chirriaban al doblar las esquinas mientras las balas de las ametralladoras se regaban por el andén; ésa era la versión de Hollywood y aunque mucho de eso se basaba en la realidad, también era cierto que exageraba absurdamente esa misma realidad, omitiendo por completo la sensación que dominaba la existencia de la Mafia: una rutina de interminables esperas, tedio, escondites, exceso de cigarrillos, exceso de comida, falta de ejercicio físico, mientras pasaban la vida recostados en habitaciones con las cortinas cerradas y muriéndose de tedio al tiempo que trataban de mantenerse vivos. Con tanto tiempo entre las manos y tan poco que hacer con él, el típico mafioso tendía a volverse egocéntrico y obsesivo, a vivir pendiente de minucias que magnificaba, a reaccionar de manera desproporcionada ante cualquier ruido, dándole demasiadas vueltas a todo lo que se decía y se hacía a su alrededor, perdiendo la perspectiva del mundo que se extendía más allá de él y del pequeño lugar que ocupaba en ese panorama más amplio, pero consciente de todas maneras de la imagen exagerada que el mundo tenía de él».
Gay Talese. Honrarás a tu padre (Honor Thy Father, 1971). Barcelona: Debolsillo, 2016; 632 pp.; trad. de Patricia Torres; ISBN: 978-8466332040.