jueves, 26 de marzo de 2020

'Cinco novelas cortas', de Antón Chéjov

Antón Chéjov es uno de los muy pocos escritores de los que me interesa todo, pues los personajes y los conflictos que narra siempre me parecen verdaderos, algo que se puede comprobar en Cinco novelas cortas, historias todas ellas centradas en descubrimientos personales y giros vitales. 

En Una historia aburrida, un prestigioso catedrático de medicina que aguarda su muerte y no se siente comprendido por nadie, se da cuenta de que tampoco él comprende a quienes viven a su lado. En El duelo, Laievski, un funcionario quejoso en el Cáucaso, cansado de la mujer con la que vive y pensando sólo en escapar de la vida que lleva, cambia por completo después de ser desafiado a un duelo por un zoólogo darwinista llamado von Koren. En La sala número seis un médico de un psiquiátrico acaba siendo ingresado él mismo. En Relato de un desconocido, un revolucionario tuberculoso se hace sirviente de una casa noble con vistas a obtener información importante, pero acaba enamorándose de la mujer a la que su señor desprecia. En Tres años, después de una boda y una vida matrimonial triste, ambos cónyuges van reconduciendo sus vidas de un modo más esperanzador.

Una de las mejores cosas de Chéjov es cómo sabe captar el sufrimiento interior de sus personajes y cómo sabe luego mostrarlo en todo su patetismo para llevarnos a comprender mejor incluso aquellas conductas que no aprobamos o que (nos parece que) nosotros nunca tendríamos. Puede hacerlo, sobre todo, gracias a su talento para, en boca de unos u otros, desvelar debilidades humanas: en El duelo, el zoólogo Von Koren, un hombre duro que también acaba reconociendo la injusticia con la que a veces razona, arremete contra un débil diácono: «su juicio está tan pervertido por esa filosofía de seminario que ve niebla por todas partes»; o critica ferozmente a Laievski delante del médico Samóilenko: «Esos lujuriosos deben de tener en la cabeza una excrecencia peculiar, una especie de sarcoma que les oprime el cerebro y condiciona toda su psicología».

Antón Chéjov. Cinco novelas cortas. Son: Una historia aburrida (Skuchnaia istoria, 1889), El Duelo (Duel,1891), La sala número seis (Palata nomer 6, 1892), Relato de un desconocido (Rasskaz neizvestnogo cheloveka, 1893) y Tres años (Tri goda, 1895). Barcelona: Alba, 2015; 440 pp.; col. Alba Minus; introducción y trad. de Víctor Gallego; ISBN: 978-8490650844.

jueves, 19 de marzo de 2020

'El rebaño excelente', de William Deresiewicz

El rebaño excelente, de William Deresiewicz, es un libro que, como anuncia su subtítulo, habla de «cómo superar las carencias de la educación universitaria de élite» en los Estados Unidos. El autor critica la concepción utilitarista y práctica de la enseñanza superior, como si su objetivo fuera proporcionar buenos empleos a sus alumnos, y se detiene a glosar la importancia de cultivar las humanidades y el papel decisivo de los buenos profesores, entre otras cuestiones.

Unas notas:

«Estudiar el pasado es tener la continua experiencia de darse cuenta de por qué pensamos lo que pensamos. La historia es la que habla a través de nosotros cuando hablamos. El crítico Northrop Frye subrayó que una educación en artes liberales tiene que llevarnos a una escena de reconocimiento como las que se producen en el clímax de las obras de teatro. Pero al estudiar las artes liberales, dijo, lo que reconocemos es precisamente a nosotros mismos».

«"La tiranía más exitosa", dijo Allan Bloom, "es aquella que elimina la conciencia de otras posibilidades". El pasado dio lugar al presente, pero es también diferente del presente. Nos enseña que las cosas no tienen por qué estar como están ahora. Nos proporciona un puesto de observación aventajado desde el que poder ver que nuestra sabiduría convencional es solo convencional, y no es sabia. Nos ofrece una salida del presente. Nos dice que las cosas cambian: no solo es que no tengan que ser como son, sino que un día no serán como son ahora. El pasado, en definitiva, nos permite crear el futuro. Quien quiera ser un líder, quien quiera encontrar una nueva dirección, es ahí donde tiene que empezar a buscar».

«Lo crucial es estudiar, no los Grandes Libros, sino simplemente grandes libros. La idea es pasar por unos cuantos libros de Kafka, por ejemplo; valdrá cualquier cosa que tenga el filo y el peso necesarios. No importa quién creó ese libro o cuándo, siempre y cuando nos inflija esa herida. El canon es irrelevante a este respecto. Un lector de veras construye su propio canon, porque este consiste precisamente en los libros que ha utilizado para crearse a sí mismo».

William Deresiewicz. El rebaño excelente: Cómo superar las carencias de la educación universitaria de élite (Excellent Sheep: The Miseducation of the American Elite and the Way to a Meaningful Life, 2014). Madrid: Rialp, 2019; 278 pp.; col. Educación y Pedagogía; trad. de David Cerdá; ISBN: 978-8432151774.

jueves, 12 de marzo de 2020

'No Society', de Christophe Guilluy

Otro libro que recomiendo vivamente: No society. El fin de la clase media occidental, de Christophe Guilluy. Esta buena reseña explica de modo completo el contenido del libro, un conseguido intento de mostrar la situación de conflicitividad social y cultural actual, y de darle una respuesta que, sobre todo, acaba siendo un feroz, pero bien fundamentado, ataque a las clases dominantes que se colocan a sí mismas en una postura de superioridad moral al tiempo que ven y tratan a las clases populares con un «reduccionismo que recuerda al del indígena de la época colonial».

La clase dominante, afirma el autor, «en materia de inmigración o multiculturalismo ha remitido a los análisis de un mundo mediático-universitario (la mayoría de las veces) originario del mundo de arriba y (siempre) llevado por un fuerte desprecio clasista. Estos expertos autoproclamados e investigadores adheridos al modelo dominante han elaborado representaciones caricaturizadas de unos medios populares que, según ellos, estarían listos para reactivar las horas más oscuras de la historia. Así, las representaciones de salón de la inmigración y del multiculturalismo se han impuesto, representaciones que no tienen en cuenta la realidad de la inestabilidad demográfica y de la inseguridad cultural que esta inmigración y multiculturalismo generan en los entornos populares».

Sin embargo, dirá más adelante, «la actitud moral del mundo de arriba no convence ya a nadie. La desconfianza de las clases populares hacia los medios de comunicación, el mundo académico o el de los expertos anuncia el fin del magisterio de los pretenciosos». Hoy en día las clases populares están hartas de las lecciones de moral de los millonarios que, mientras predican la apertura y la diversidad, no dejan de reforzar su exclusivismo. Cada vez más, «la instrumentalización del inmigrante y los pobres por la clase dominante, el mundo del espectáculo y una parte del mundo intelectual (…) se muestra como lo que es: una escenificación indecente que trata de ofrecer a la nueva burguesía un barniz social en un momento en que está abandonando el bien común».

Christophe Guilluy. No society. El fin de la clase media occidental (No Society, 2018). Madrid: Taurus, 2019; 218 pp.; trad. de Ignacio Vidal-Folch; ISBN: 978-84-306-2283-2.

jueves, 5 de marzo de 2020

'La imaginación conservadora', de Gregorio Luri

Aunque tarde, he leído La imaginación conservadora, de Gregorio Luri, un libro que se subtitula «una defensa apasionada de las ideas que han hecho del mundo un lugar mejor» y que me ha gustado mucho leer aunque, igual que el autor de esta reseña, tampoco yo «tengo la cabeza amueblada para la teoría política». Así que, por mi parte, recomiendo el libro, remito a la reseña citada y a las otras dos que se citan en ella para quien desee saber más acerca de su contenido, y selecciono dos de las notas que yo he tomado pues creo que, además de dar idea del estilo diáfano y sensato del autor, son como buenas instantáneas del mundo en que vivimos.

Una es esta: «Los museos más paradójicos son los de arte moderno, que son monumentos estables a la vanguardia en los que descubrimos la rápida obsolescencia de lo nuevo. Un museo de arte moderno no deja de ser un entrañable monumento a la melancolía. Lo que nos dice es que todo lo que alberga ha dejado de ser vanguardia. Por eso, lo que esperamos del arte innovador es que sea diferente de lo que recogen los museos de arte moderno. Cuando más previsible sea el arte de mañana, más nos decepcionará. El museo de arte moderno merece su nombre si está continuamente abriendo nuevas salas que prolonguen el relato de la modernidad con capítulos inéditos. Todas las contradicciones de nuestro presente se exponen en un museo de arte contemporáneo. Ahí está su valor: es un museo de antropología. Nos revela que el mundo humano no puede reducirse a la innovación sin negarse a sí mismo. Lo nuevo no parece ser posible sin la memoria de lo viejo. La capacidad humana para soportar la innovación es mucho más limitada de lo que los innovacionistas suelen pensar».

Otra es esta: «La corrección política (...) no es más que el blindaje de ciertos límites ideológicos frente al flujo de la historia. Lo que es nuevo es la voluntad de imponerle un correctivo a la naturaleza mediante la retórica de una razón victimológica; la convicción de que basta presentarse como víctima para tener razón. De esta manera la condescendencia se impone, aunque sea hipócrita y, aunque, de hecho, acentúe la humillación objetiva de la víctima. El lenguaje políticamente correcto es la moralización del lenguaje de los espectadores de la teatrocracia ante las escenas que hieren sus susceptibilidades, pero que no puede dejar de buscar para denunciarlas. Es políticamente correcto asegurar que el islamismo radical es cosa de cuatro fanáticos que no tienen nada que ver con el islam, que es una religión de paz y amor. Eso es, desde luego, lo que todos desearíamos, pero es más que dudoso que sea verdadero si tenemos en cuenta la pena de muerte que el islam reserva para los apóstatas, que es un mandato absolutamente incompatible con los valores occidentales. Es políticamente correcto decir que la familia tradicional, fundada por un padre y una madre, ha caducado, aunque los que tenemos una familia normalica creamos que nos ha tocado la lotería. Es políticamente correcto decir públicamente que sexo y género son cosas distintas, como si fueran universal y necesariamente distintas, pero no que un feto humano es un ser humano. Es políticamente correcto defender el aborto como un derecho aunque sea un derecho cuyo ejercicio no nos atrevemos a mirar a la cara. Es políticamente correcto decir que la emigración es una oportunidad para España, no un problema, cuando nada impide que sea ambas cosas al mismo tiempo. Es políticamente incorrecto decirle a un negro que es negro; a un gordo, que es gordo; a un ciego, que es ciego; a un viejo, que es viejo… No se le puede llamar ilegal al «sin papeles», no hay populismos de izquierdas, etc. Decir que los asiáticos son buenos en matemáticas, que los resultados escolares de los niños divergen de los de las niñas o que los juguetes bélicos no son micromachismo, hace levantar más de una ceja de sospecha en la conciencia del respetable censor público. No hay perdón para el disidente. Cualquiera que hable en público sabe que si supera ciertos límites de corrección política, nadie va a salir en defensa de su libertad de expresión. Ni tan siquiera en la universidad. Toda disidencia se paga cara. El lenguaje políticamente correcto es, en resumen, un proyecto de edulcorar las palabras para evitar que la realidad resulte amarga. Es otro intento político de ponerle límites a la naturaleza de acuerdo con nuestros prejuicios, olvidándonos de que ella siempre vuelve».

Gregorio Luri. La imaginación conservadora (2018). Barcelona: Ariel, 2018; 344 pp.; ISBN: 978-8434429611.