Nueva York, hacia 1870. El joven abogado Newland Archer está prometido en matrimonio con May Welland, cuando vuelve a la ciudad la condesa Ellen Olenska, una prima de May que abandonó a su marido, un noble polaco, situación que acepta la familia Welland aunque de ninguna manera desean que se divorcie. Newland se casa con May pero termina enamorándose de Ellen e incluso está dispuesto a huir con ella. Pero, al final, todo queda como estaba, principalmente debido al deseo de Ellen de no hacer daño a May y a su matrimonio.
La novela es un formidable retrato detallista de los modos de vivir de la época y del ambiente tan particular de las familias de clase muy alta de Nueva York. El título se refiere a la suavidad aparentemente inocente de los modos externos en ese ambiente que, sin embargo, es de una dureza inexorable cuando llega el momento de imponer sus leyes. Es el comportamiento de «una gente que temía el escándalo más que la enfermedad, que valoraba más la decencia que el coraje y que consideraba que nada era de peor educación que una “escena”, salvo el comportamiento de quienes la provocaron».
El núcleo de la crítica social que hace la novela se dirige contra la opinión de la madre de Newland, común en su sociedad, de que «cuando “pasan estas cosas”, el hombre ha hecho sin duda una tontería, pero la mujer ha cometido un delito». De hecho, la novela se centra en cómo Archer acaba viéndose a sí mismo frente «al temido argumento del caso particular. Ellen Olenska no era como ninguna otra mujer, él no era como ningún otro hombre; y por consiguiente su situación no se parecía a ninguna otra, y no respondían ante más tribunal que el de su propio juicio». Pero, al final, si su comportamiento no es igual de canalla que el de los amigos suyos a los que tanto había criticado, es gracias a su mujer y a Ellen, que se acaban comportando con notable inteligencia y altura de miras. O, dicho de otro modo, y frente a cualquier visión de la realidad en blanco y negro: si las convenciones sociales pueden ser una tapadera para la hipocresía, también pueden contribuir a que la pasión no tome el mando y al final impere la sensatez.
Edith Wharton. La edad de la inocencia (The Age of Inocence, 1920). Barcelona: RBA, 1994; 224 pp.; col. Obras Maestras de la Literatura Contemporánea; trad. de Manuel Sáenz de Heredia; ISBN: 84-473-0646-1. Otra edición en Barcelona: Tusquets, 1995; 304 pp.; col. Fábula; ISBN: 978-8472238626.