miércoles, 19 de agosto de 2020

'Alimentar a la bestia', de Al Alvarez

Si en El corredor se presenta de modo genial el mundo de un mediofondista, Al Alvarez lo hace de un alpinista en Alimentar a la bestia. Es una biografía de Mo Anthoine, un escalador inglés que ascendió a los picos más altos del mundo, fue cámara en muchos documentales de montaña, participó como extra en escenas de famosas películas que requerían expertos montañeros —como, por ejemplo, en La misión—, y puso en marcha una empresa que diseñaba y fabricaba prendas y artefactos de gran fiabilidad para su deporte —es muy fácil diseñar cosas de más, decía, cosas que están bien para Vogue pero no para salir a la montaña—.

El libro está muy bien escrito, con precisión y sencillez, sin énfasis ni alardes. Esto encaja con la personalidad del biografiado, de quien se subraya su sensatez, pues evitaba siempre riesgos innecesarios y se aseguraba de que quienes salían con él fueran bien equipados —«un buen montañero es un montañero vivo», decía—, y su ecuanimidad —es muy fácil abandonar las pequeñas cosas que hay que hacer en una escalada, cosas básicas como evitar que se moje el saco de dormir, «pero si no las haces empiezas a desmoronarte física y mentalmente»—.

Se describe bien, como decía, el modo de ser, áspero y cordial a la vez, propio de unos alpinistas indiferentes a ciertos elogios: «“¿qué mérito tiene que el público diga ‘Es un gran montañero’? No significa nada, porque la gente ignora en qué consiste ser un gran montañero”». Se habla de cómo entendía y afrontaba Mo Anthoine la escalada: «no es un deporte. “Es un pasatiempo”, asegura. “Incluye el placer. Mientras que un deporte, por definición, incluye la competición (...) un escalador compite solo contra sí mismo”; esto es: contra la rebelión de los músculos, contra los nervios y, cuando algo falla, contra la falta de entereza».

El autor, un conocido escritor inglés, fue amigo y compañero de Mo Anthoine en varias expediciones, como cuenta en el libro. Aunque deja claro que hay mucho de frikismo en quienes llevan tan al límite una pasión deportiva —Anthoine decía que buscaba la incomodidad propia de las escaladas porque necesitaba «alimentar a la bestia»—, también acentúa la importancia del sentido común y tener expectativas razonables para entender y practicar su deporte: «si esperas disfrutar cada día, mejor olvídate de la montaña», decía, aunque después sí lo disfrutes mucho.

Al Alvarez. Alimentar a la bestia (Feeding The Rat, 1988). Barcelona: Libros del Asteroide, 2020; 155 pp.; trad. de Juan Nadalini; ISBN: 978-84-17977-35-1.