
Novela tan bien construida y tan bien contada que resulta, sobre todo en su primera parte, muy desasosegante: resulta facilísimo pensar en que algo así le puede ocurrir a cualquiera. Se retratan de modo admirable los comportamientos de las autoridades de todo tipo —policial, judicial, académica, política, periodística, médica—. También, diría que con una honradez inesperada en las ficciones actuales (en las de nuestro entorno al menos), se critica con acierto la hipocresía del representante del movimiento gay en la universidad donde trabaja el protagonista. Este queda bien descrito como un hombre sin recursos, ni personales ni de amistades, para poder enfrentarse a todo lo que se le viene encima. Cuando está en la cárcel escribe algunas reflexiones y, entre otras, hace la siguiente: «El hombre los tiempos prehistóricos no dejaba tras de sí archivos, sino una plétora de rastros. Yo no dejo rastro alguno, por así decirlo, pero sí una plétora de archivos. Él y yo nos parecemos en que ni él ni yo tenemos control de lo que vamos dejando detrás. Lo que nos convierte en presas».
Alexandre Postel. Un hombre al margen (Un homme effacé, 2013). Madrid: Nórdica, 2014; 213 pp.; trad. de María Teresa Gallego Urrutia; ISBN: 978-84-15717-85-0.