miércoles, 25 de noviembre de 2020

Cuentos, de Alexander Pushkin

Tiempo atrás, la lectura de Seis grandes escritores rusos me animó a buscar relatos cortos de Alexander Pushkin que no había leído: La dama de pique (1833), o La dama de picas en otras ediciones, una historia que abre camino a la novela psicológica, y los Cuentos del difunto Iván Petróvich Belkin (1831), cinco narraciones con una introducción en la que Pushkin finge ser el editor de los cuentos del tal Belkin, a quien, a su vez, se los contaron distintos narradores.

La excelente introducción explica que son relatos ceñidos al incidente que se narra, sin digresiones innecesarias y con una exposición sobria en la que no hay adornos ni didactismo alguno; que Pushkin suele caracterizar a sus personajes mostrando sus comportamientos y conduciendo los relatos al momento en el que se revela el carácter; que se podrían comparar con dibujos a pluma frente a los cuadros con más profundidad que lograría Gógol más tarde.

La dama de pique trata sobre un joven oficial de origen alemán que siempre observa jugar pero nunca juega, aunque un día le contaron las hazañas en la mesa de juego de una anciana condesa y se obsesiona con averiguar cómo lo hizo. Además, se enamora de la joven pupila de la condesa. Así que un día decide ir a ver a la anciana para pedirle que, antes de morir, le revele su secreto. Pero las cosas evolucionan de un modo inesperado.

Los Cuentos de Belkin son, después de la introductoria «Nota del editor», El disparo, La nevasca, El sepulturero, El maestro de postas, La señorita campesina. El disparo está centrado en un singular personaje llamado Silvio, jugador de cartas y extraordinario tirador, que acaba reclamando un duelo a un antiguo rival. La nevasca trata de una boda secreta, aparentemente frustrada por una gran nevada, y de cómo, pasado el tiempo, la novia vuelve a enamorarse y entonces sale a la luz lo que de verdad ocurrió entonces. El sepulturero es un tipo sombrío al que sus vecinos invitan a una cena, pero allí se siente ofendido y habla de organizar una cena con sus clientes…, que resultan ser los cadáveres que ha enterrado, nada satisfechos por cierto. En El maestro de postas el narrador habla de la hija del encargado de una casa de postas, a quien conoció en un viaje y de la que más adelante averiguó que se había ido de su casa y abandonado a su padre. La señorita campesina es una chica noble que, haciéndose pasar por aldeana, se tropieza con un vecino noble y ambos se van enamorando en encuentros sucesivos, pero ella no ve la manera de deshacer el enredo.

Menos los dos últimos los demás pueden calificarse de relatos de fantasía, bien porque contienen algún elemento de tipo más o menos sobrenatural, o bien porque sucede una casualidad asombrosa. Da idea del estilo directo de Pushkin, por ejemplo, el momento en el que, en La señorita campesina, el narrador indica que «por mi deseo, no dudaría en describir con todo detalle los encuentros de los dos jóvenes, la creciente inclinación mutua y confianza, sus ocupaciones y conversaciones; pero sé que la mayor parte de mis lectores no compartiría mi deleite. Estos pormenores por lo general resultan empalagosos, por tanto voy a omitirlos». Y, al final, termina del siguiente modo: «los lectores me excusarán de la innecesaria obligación de describir el desenlace».

Y un ejemplo de las muchas observaciones bienhumoradas que salpican las historias está en El maestro de postas, cuando el narrador habla de que se ha acostumbrado ya a que haya funcionarios o trabajadores que no lo atiendan a él, aunque tenga derecho, y siempre prefieran atender primero a la gente de clase alta: «En realidad, ¿qué sería de nosotros si en lugar de la regla comúnmente aceptada: las jerarquías deben respetarse, se introdujera otra, por ejemplo: la inteligencia debe respetarse? ¡Qué discusiones surgirían entonces! ¿Y a quién empezarían a servir los criados?»

Aleksandr Pushkin. Relatos contenidos en Narraciones completas. Barcelona: Alba, 2015; 568 pp.; col. Alba Minus; trad. e introducción de Amaya Lacasa; ISBN: 978-84-90651179.
Otra edición de La reina de picas en Madrid: Nevsky, 2016; 81 pp.; ilust. de Sandra Rilova; trad. de Marta Sánchez-Nieves; ISBN: 978-84-944555-5-1.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

'Historia del silencio', de Alain Corbin, y 'El secreto del silencio', de Rafael Gómez Pérez

Libros que pude leer durante los días del confinamiento: Historia del silencio, de Alain Corbin, y El secreto del silencio, de Rafael Gómez Pérez. 

Del primero aconsejo leer esta clara y completa reseña. Debo decir que no lo leí bien: tiene muchas referencias a escritores y pensadores franceses que no conozco bien y, por momentos, tuve la sensación (que se indica en la reseña citada) de que a veces el autor fuerza las reflexiones. Eso sí, el libro intenta ser completo, contiene muchas sugerencias valiosas y da pistas literarias que valdrá la pena seguir. Me gustaron especialmente los capítulos sobre la relación de la pintura con el silencio y las observaciones acerca de algunas obras literarias basadas en el silencio, como El silencio del mar, de Vercors, y La línea de sombra, de Joseph Conrad.

El secreto del silencio es una colección de reflexiones de grandes autores acerca del silencio, más asequible a todos, y creo que tan sugerentes como, aunque no tengan tanto relumbrón intelectual, las que llenan el libro de Alain Corbin. Pongo dos.

Una: «La soledad puede ser un bien o un mal. Es un mal la soledad obligada, en prisión, o la soledad resultante de la falta de familia y de amigos. Pero cuando la soledad es buscada libremente, lo que se pretende es “acompañar” a un silencio que se hace más denso y más rico. Montaigne escribió: "Encuentro más soportable estar siempre solo que no poder estarlo nunca". Por otro lado, hay una soledad congénita en el ser humano, que deriva de su individualidad. Los límites del cuerpo y de los pensamientos son también los límites de la propia soledad. Aunque el ser humano “es nacido”, muere siempre solo, por acompañado que esté. Mi dolor es solo mío, como también mi gozo. Podemos manifestarlos, pensar que lo compartimos, pero la vivencia es estrictamente personal. La estabilidad de carácter quiere decir que se está a gusto con uno mismo y que se sabe estar solo. Pascal, en los Pensamientos, quizá exagera, pero no demasiado, cuando escribe: "Todas las desgracias de los hombres proceden de una sola cosa, que es no saber estar solos, reposando tranquilamente en una habitación". La Bruyére dijo lo mismo poco después: "Todo nuestro mal proviene de no poder estar solos: de ahí el juego, el lujo, la disipación, el vino, las mujeres, la ignorancia, la maledicencia, la envidia, el olvido de sí mismo y de Dios". Hay un afán incontenido por salir, porque no se sabe estar en lo propio, alimentado de la propia intimidad. Salir equivale a escapar de uno mismo, con quien no se soporta estar».

Otra: «El silencio de Dios es el silencio ante la libertad humana, como ya había adelantado el Eclesiástés, 15, 14: "Desde el principio Dios creó al hombre y lo dejó en manos de su consejo". En el relato inicial del Génesis existe la prohibición de comer del árbol del bien y del mal, pero esa prohibición iba dirigida a la libertad, y prueba de eso es que pudo ser desobedecida. El silencio de Dios no es, por tanto, una ausencia, sino una presencia atenta a lo que el hombre decida».  

Alain Corbin. Historia del silencio (Histoire du silence, 2016). Barcelona: Acantilado, 2019; 152 pp.; trad. de Jordi Bayod Brau; ISBN: 978-8417346720.
Rafael Gómez Pérez. El secreto del silencio (2016). Madrid: Rialp, 2016; 96 pp.; col. Breves Rialp; ISBN: 978-8432146749.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

'El paso siguiente en el baile', de Tim Gautreaux


Esta gran reseña de José María Guelbenzu en Babelia me ahorra preparar un comentario sobre la que, sin duda y por el momento, es la mejor novela que he leído este año: El paso siguiente en el baile, de Tim Gautreaux. Otra reseña más, para quien desee más perspectivas, es la de Adolfo Torrecilla en su blog. 

El atractivo de la novela está en muchas cosas: en su lenguaje perfecto, en la fluidez y naturalidad con la que suceden las cosas, en la personalidad tan bien atrapada de los protagonistas, en la emoción que desprende la relación tensa entre ellos, en la intensidad de algunas escenas, en el magnífico desenlace. 

Otro motivo de interés para leerla es el de comprobar cómo hay norteamericanos tan distintos a los que retrata en sus relatos Richard Ford, entre otros buenos escritores. De Gautreaux son también excelentes sus relatos cortos reunidos en El mismo sitio, las mismas cosas, reseñados aquí y aquí.

Tim Gautreaux. El paso siguiente en el baile (The next step in the dance, 1999). Madrid: La Huerta Grande, 2019; 454 pp.; col. Las Hespérides; trad. José Gabriel Rodríguez Pazos; ISBN: 978-8417118594.
Tim Gautreaux. El mismo sitio, las mismas cosas (Same Place, Same Things, 1996). Madrid: La Huerta Grande, 2018; 302 pp.; trad. de José Gabriel Rodríguez Pazos; ISBN: 978-8417118112.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

'Hazlo tan bien que no puedan ignorarte' y 'Enfócate', de Cal Newport

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Hace tiempo leí, y me gustó, Hazlo tan bien que no puedan ignorarte, de Cal Newport, un libro subtitulado «por qué ser competente importa más que la pasión para alcanzar el trabajo de tus sueños».

En un comentario que hice indiqué cuatro cosas. Una, que varias personas en las que se fija el autor para llegar a sus conclusiones —el inevitable Steve Jobs y otros— pueden no resultar representativas para muchos, aunque los planteamientos que hace sí que son aplicables en muchísimos casos, por ejemplo a cualquiera que esté realizando sus estudios. Dos, que el comienzo es engañoso y puede hacer pensar que estamos ante un libro más de consejos impracticables, pero luego no es así. Tres, que el autor estructura lo que quiere decir en cuatro capítulos que son cuatro reglas formuladas provocativamente: «no sigas tus sueños», «hazlo tan bien que no puedan ignorarte» (o la importancia de cultivar continua y exigentemente las propias habilidades), «rechaza un ascenso» (o la importancia de mantener el control sobre lo que uno hace), «piensa en pequeño, actúa a lo grande» (o la importancia de la misión, de tener objetivos altos). Cuatro, la importancia que da el autor al concepto del «entrenamiento deliberado»: que lo que determina la excelencia es una práctica deliberada de las destrezas que ha de ir mucho más allá de la comodidad y que ha de afrontarse con la disposición de someterse a críticas constantes. En definitiva, que «una vida laboral satisfactoria es una experiencia más sutil» de lo que tantas fantasías en circulación hacen suponer, que «trabajar bien importa más que tener un buen trabajo» y que, al final, lo más importante siempre es encarar mejor el trabajo que ya tienes.

Del mismo autor he leído Enfócate: consejos para alcanzar el éxito en un mundo disperso, mal título, en mi opinión: aunque la palabra «éxito» venda más que otras mejor sería poner el acento, tal como hace luego el libro, en trabajar bien. De hecho, el autor dirá que su libro trata sobre la importancia de cultivar los hábitos necesarios para poder trabajar de modo «profundo»: desea describir y proponer al lector «un programa riguroso para transformar su vida profesional de tal forma que se centre en la profundidad». 

No pretendo comentarlo sino, simplemente, señalar que hace observaciones valiosas y contiene sugerencias prácticas útiles, y reunir aquí unas citas: 

—«Si usted quiere ganar la guerra de la atención, no trate de decirles no a las distracciones triviales que encontramos en el batiburrillo de la información; trate de decirle sí al tema que lo atrae terriblemente y permita que este invada todo lo demás».

—«Muchas personas suponen que pueden pasar de un estado de distracción a uno de concentración según lo necesiten, pero (…) esta suposición es optimista. Cuando nuestro cerebro está cableado para la distracción, la sigue buscando afanosamente».

—«La práctica contribuye a fortalecer los músculos de la resistencia a la distracción, pues lo obliga a uno a redirigir repetidamente la atención hacia un problema bien definido; también contribuye a profundizar la concentración, pues obliga a ir a lo profundo de un solo problema».

—«Comprometerse con el trabajo profundo no implica una postura moral ni es una declaración filosófica. Es, eso sí, un reconocimiento pragmático de que la capacidad para concentrarnos es una destreza que permite hacer cosas valiosas» y, para eso, es imprescindible ser respetuoso con el propio tiempo.

Cal Newport. Hazlo tan bien que no puedan ignorarte (So Good They Can’t Ignore You. Why Skills Trump Passion in the Quest for Work You Love, 2012). Madrid: Asertos, 2017; 240 pp.; trad. de Diego Pereda; ISBN: 978-84-944631-3-6.
Cal Newport. Enfócate: consejos para alcanzar el éxito en un mundo disperso (Deep Work: Rules for Focused Success in a Distracted World, 2016). Buenos Aires: Paidós, 2016; 296 pp.; col. Empresa; trad. de María Mercedes Correa; ISBN: 978-6077473428.