miércoles, 10 de febrero de 2021

Relatos del Oeste de Elmore Leonard

Elmore Leonard fue un conocido escritor de novelas policiacas que también publicó varios populares relatos y novelas del Oeste publicados todos ellos en tres libros.

Uno contiene Hombre, uno de los primeros y que parece ser el mejor, y Que viene Valdez, uno de los últimos, que también es valioso aunque sea más tópico. Ambas tienen como protagonistas a personajes marginales y unos desenlaces notables. 

Hombre es uno de los nombres que se dan a John Russell, un lacónico tipo que vivió varios años con los apaches. Al comienzo de la historia el narrador indica que su jefe, el señor Méndez le dice: «Echa un buen vistazo a Russell. No volverás a ver otro como él en tu vida». Pues bien, Russell ha de ir a reclamar una herencia y, con ese fin, se sube a una diligencia en la que van el mismo dueño del vehículo, Méndez, el empleado y narrador, un agente indio con mucho dinero y su esposa, una chica joven que también había sido secuestrada por los indios, y un tipo desconocido que a última hora logra de malos modos que le incluyan en ese viaje. A mitad de camino los asaltan y todos han de confiar en Russell, a quien antes habían obligado a viajar en el pescante al enterarse de su condición de indio.

Que viene Valdez tiene como héroe a un mexicano sereno e impasible, sheriff a tiempo parcial en el pueblo. Cuando intenta mediar en un conflicto acaba matando a un hombre, pero luego se da cuenta de que fue un error e intenta que el hombre poderoso que forzó las cosas, Tanner, compense a la viuda india con una cantidad razonable. Tanner se ríe de él y lo despide; Valdez lo intenta de nuevo y la despedida es, esta vez, más humillante. Valdez, entonces, decide volver a pedírselo de un modo que lo entienda.

El narrador de Hombre cuenta lo sucedido después de que todo terminó, con vocabulario sencillo y un tono a la vez crítico y admirativo hacia Russell, un héroe con grandes habilidades pero no invulnerable. También lo hace con acentos graciosos, por ejemplo cuando habla de su temor a mirar al desconocido amenazador: «era como estar con una persona que tuviera una gran nariz o algo parecido. No quieres que te sorprendan mirando la nariz o incluso diciendo la palabra. (Espero que ningún lector narizotas se ofenda. No me estaba burlando de ninguna nariz)».

Que viene Valdez se narra en tercera persona y tiene toques peliculeros, como cuando el héroe deja de ser el cuarentón gris y paciente para volver a ser «el Valdez de otro tiempo», el «Valdez que nadie había visto desde hacía diez años». Además, es amigo y protegido de la dueña del burdel del pueblo, la mujer de su enemigo se va contenta con él, el malvado es extraordinariamente duro y cerril… Con todo, los diálogos son buenos, el argumento engancha, y todo se narra con claridad y simpatía: «La suerte estaba bien cuando se tenía, pero no se podía contar con ella. A veces funcionaba bien y otras mal, pero funcionaba más bien que mal si uno sabía lo que se traía entre manos, si tenía cuidado y prestaba atención a lo que veía y oía». 

Un segundo libro, El tren de las 3:10 a Yuma y otros relatos del Oeste, es una colección de quince relatos cortos del Oeste, los primeros del autor. El libro contiene una buena introducción con datos de Leonard y comentarios sobre su obra. Se cuenta en ella que las alusiones que hace a hechos históricos, en la narración o los diálogos, no tienen más función que dar aires de historicidad a los relatos y se subraya que Leonard se caracteriza por situar a sus personajes ante dilemas morales que son como encrucijadas y por ponerles a sus historias unos excelentes finales. Es el caso de Los cuatreros: el jefe de la banda debe resolver la situación creada por su alocado hermano y otro miembro de la banda que han robado un centenar de cabezas de ganado por su cuenta así que, en ausencia del sheriff, decide lincharlos. 

Son amenos todos y excelentes algunos. Varios, como el que inicia el libro, El rastro de los apaches y otro titulado Infierno en el Cañón del Diablo, están protagonizados por una pareja característica: el militar experto que conoce a los indios y el joven oficial novato que, juntos, han de hacer frente a unos astutos y peligrosos apaches. Entre los demás hay variedad de argumentos y, de todos ellos, tal vez el mejor sea el que da título a la colección, El tren de las 3:10 a Yuma, de argumento conocido por las dos películas basadas en él, aunque aquí el sheriff que ha de montar en el tren, junto con un peligroso bandido al que ha de llevar a la prisión, no tiene por delante a media humanidad y todo es más sencillo y más creíble.

Un ejemplo del tono característico de muchos relatos, tomado de Infierno en el Cañón del Diablo. Uno de sus protagonistas es el joven teniente Gordon Towner. El narrador dice: «A veces parece que algunos hombres están señalados para hacer grandes cosas, mientras que otros tienen que desempeñar el papel de tonto o de cobarde, predestinados desde la eternidad. Pero si uno examina atentamente todos los casos, y eso quiere decir toda la gente que hay en el mundo, termina descubriendo un momento, una circunstancia en la que cada cual tiene que tomar una decisión que hace de él un hombre o lo malogra. A veces la suerte ayuda. Pero ocurre a menudo en el Ejército, especialmente en un puesto fronterizo, y ahora le estaba ocurriendo al joven Gordon Towner». 

Un tercer libro contiene otros quince relatos y se titula Los cautivos y otros relatos del Oeste. Igual que los demás ya citados, todos se leen bien, todos tienen lugar en Arizona y Nuevo México entre 1870 y 1880, y, tal como indica el prologuista, son incluso mejores que los de la recopilación anterior pues hay en ellos más variedad de personajes y situaciones.

El más largo, Los cautivos, que fue una película famosa en su momento, habla de un tipo, Pat Brennan, al que recoge una diligencia que termina en manos de unos asaltantes: Brennan tiene que lidiar con uno un tanto psicópata y acaba encontrando la forma de salvar la situación. Tiene un punto cómico Entre rejas (Jugged), sobre un chaval joven que acaba en la cárcel después de una borrachera y, como no hay sitio, lo encierran junto con un peligroso bandido. Uno de los relatos, Los únicos buenos (Only Good Ones), fue la primera y corta versión de la novela posterior Hombre.

Para los lectores entusiastas de los héroes justicieros es recomendable La hora de la venganza (Moment of vengeance), una historia sobre un poderoso ranchero al que no le ha gustado nada que su hija Ellis haya huido y se haya casado con uno de sus empleados, Phil Treat, todo un personaje. También encontrarán muy satisfactorio El hombre con el brazo de hierro (Man with the Iron Arm), sobre un vaquero joven, Tobin Royal, de «ese tipo de hombres tienen que estar siempre probando algo que al resto de la gente le trae sin cuidado», que, en una visita a un saloon humilla a un dependiente con un solo brazo, y que, en una visita posterior, unos meses después, encuentra una resistencia inesperada: el narrador, uno de sus compañeros, dirá que «lo que habíamos visto aquella tarde había sido una de las mejores experiencias de nuestra vida».

Elmore Leonard. Los cautivos y otros relatos del Oeste  (The Captives, 1955). Madrid: Valdemar, 2017; 384 pp.; col. Frontera; trad. de Juan Antonio Santos Ramírez; ISBN: 978-8477028659. 
Elmore Leonard. El tren de las 3:10 a Yuma y otros relatos del Oeste  (Three-Ten to Yuma, 1953). Madrid: Valdemar, 2016; 368 pp.; col. Frontera; trad. de Marta Lila Murillo; introducción de Alfredo Lara; ISBN: 978-8477028321.
Elmore Leonard. Hombre y Que viene Valdez (Hombre, 1961; Valdez is Coming, 1970). Madrid: Valdemar, 2015; 368 pp.; col. Frontera; trad. de Juan Antonio Santos (la primera) y Marta Lila Murillo (la segunda); presentación de Alfredo Lara López; ISBN: 978-84-77027966.